Mamás de todos los colores y todas las especies
¡Mamá! que palabra tan única para describir algo tan natural, tan antiguo y tan importante como la maternidad. La palabra mamá proviene del latín mamma ‘madre’ y ‘teta’, por la asociación con el amamantamiento o lactancia. Sin embargo la maternidad se remonta a miles de años atrás, incluso antes de que el ser humano descubriera el poder del lenguaje hablado.
Las mamás de animales salvajes o silvestres, desarrollaron un fuerte vínculo con sus crías, que aseguran un tiempo de cuidado más largo, pero también aseguran mayores probabilidades de que su cría sobreviva. Este cuidado parental puede verse como una adaptación evolutiva, que al pasar los miles de años fue especializándose en las diferentes especies animales que lo practican, sobre todo el ser humano, cuyo cuidado parental es el más largo del reino animal.
La diversidad de mamás es muy amplia en la naturaleza, incluso se estudia la posibilidad de la maternidad en el mundo de las plantas. Los arboles “madres” podrían llegar a ser capaces de compartir nutrientes con su descendencia usando a las extensas redes de hifas (hongos) capaces de interconectar, subterráneamente, a las raíces de plantas de la misma o de diferentes especies. Esta red permitiría un flujo de nutrientes entre las plantas hospederas o plantas madre con las raíces de las plantas interconectadas. Esto sugiere que las redes formadas establecen una gran unión bajo el suelo entre plantas que, a simple vista, podrían parecer lejanas y sin ninguna relación.
Las mamás del mundo animal son más “cariñosas”. Ellas invierten tiempo, mucha energía, elaboran ingeniosas estrategias de protección y cuidado, son feroces y protectoras, incluso pueden dar la vida por sus pequeños. Entre las mamás silvestres que podemos ver en nuestra ciudad tenemos al perezoso y las carachupas (zarigüeyas) que cargan a sus crías en sus espaldas y las llevan consigo siempre, como una mamá boliviana con su bebé en el aguayo. También están las mamás emplumadas como el Hornero, que construye su casita para que los pichones tengan un lugar seguro en el cual crecer. Como olvidar a las mamás lagartos, que después de buscar el lugar perfecto con las condiciones adecuadas, cavan incasablemente el nido para poner sus huevos y los cuidan valientemente hasta que estos eclosionan y salen del nido, luego los acompaña hasta el agua.
Hay mamás de todas las especies, de todos los colores, mamás escamosas, mamás emplumadas, mamás peludas, mamas arboladas, pero la madre de todas las madres es la NATURALEZA, de ella venimos y a ella volvemos, nos alimenta, nos amamanta, nos protege y nos enseña. En este día de las madres, celebremos no solo a la nuestra, también recordemos, valoremos y respetemos a las mamás silvestres de nuestra ciudad.
Por Eliamne K. Gutiérrez
Lic. en Biología